Mis recuerdos en
memoria
ochenta años y aquí
estoy
luché
y conseguí lo que soy
y aunque parezca
mentira
mi mente ilusión
respira
desde
la infancia hasta hoy.
Peripecias voy a contar
y no de mi tierna
infancia
en esa mi corta
estancia
pues
recordarla no puedo
en mi mente nada
hospedo
de la época de la
lactancia.
Quizá los primeros
pasos
a la
iglesia a escuchar misa
en tiempo era muy
concisa
pero me apartaba del
juego
pues de ese acto no
reniego
y nunca, nunca fui
insumisa.
Viajaban mis pocos años
a la majada por un
sabinar
temblando
miedo al caminar
sí cascos de caballo
oía
al perro y a su dueño
eludía
escondida tras un
matorral.
Soportando los calores
por sendas, rastrojos y
eriales
las mulas con sus
bozales
sobre sus lomos los
fajos
acorté distancia por
los atajos
guiándolas con los
ramales.
En el rastrojo manadas
entre el cantar de
algún grillo
las recojo y agavillo
con
algún susto que otro
se me colorea el rostro
al ver culebra como un
ovillo.
Del pueblo me fui
alejando
hacia
el andén de la esperanza
que con alegría y
templanza
en un tren de carbón
viajé
de mi tierra costumbres
dejé
mirando atrás con
añoranza.
Nueva tierra nuevo
rumbo
el lamento se ha perdido
a cambiar de vida he
venido
dejar el campo por la
venta
en
tienda de dependienta
despachando yo he
servido.
En el
hospital del Valle Hebrón
trabajé. Y auxiliar de
clínica fui
que con mucho tesón
conseguí
lo que un día fue un
sueño
y
poniendo mucho empeño
jubilarme pude allí.
La
noche siempre de noche
al quemado hacerle la
cura
la practica me dio
soltura
para manejar
instrumentos
y no escuchar los
lamentos
ni del superior la
censura.
También había alegría
en reunión de
compañeras
y en silencio te rieras
las
cosas que han pasado
muchas veces exagerado
entre casadas y
solteras.
En un baile yo deseaba
que un mozo me eligiera
y un
quieres bailar oyera.
¡Alguien me pidió la
mano!
Resultó ser un soriano
y aún lo tengo a mi
vera.
La
satisfacción me llego
cuando mis hijos
nacieron
de
mis pezones lamieron
y mis brazos abrazaron
y mi existencia
alegraron
y mis ojos progresar vieron.
Una enfermedad me hirió
con fortaleza me
enfrenté
no digo que no me
asuste
pero sí resistí el
sufrimiento
pasados
los años lo cuento
y al cáncer le derroté
Que alegría tan inmensa
ver a mis nietas nacer
luego
en mis brazos mecer
que puede decir una
abuela
que por ellas se
desvela
y a mi lado verlas
crecer.
En
el día a día soy constante
aunque mayor, lo
conllevo
y mi cuerpo bien lo
muevo
por
paso doble o sevillanas
aunque mi pelo pinte
canas
con cualquier baile me
atrevo.
Los casales me dan vida
con sus muchas
actividades
donde se hacen
amistades
también juego y
diversión
siendo manantial de
ilusión
y yo bebo de sus
bondades.
Mas o menos realidad
pasajes de Migue Larena
nada de lo hecho me
apena
son pasajes de mi vida
en este pliego
resumida.
Gracias autor: por este
poema.