Recuerdos, CON PINCELADAS DE FICCIÓN
Era un
pueblo pequeño de esa vieja castilla,
eran años de la posguerra, de aquella
guerra de 1936.
Estos
recuerdos lejanos se refugiaban en una
casona vieja, donde la construcción era un empalado con relleno de adobe
tabiquero.
Cuando el cierzo se ponía furioso junto con la
lluvia, algún que otro adobe caía,
después….. con trapos o puñados
de heno seco se tapaba. Pero el frio se hacía sentir y para calentar la casa,
ese niño se ponía el hacha al hombro y caminando, caminando hasta encontrar
unos espinos.
Cuando ellos divisaban esa herramienta
temblaban y al sentir el corte lloraban y en su tristeza me decían….. no!, no
nos cortes que pronto estaremos floridos y adornaremos el paisaje ...siiiii,
pero en mi silencio les decía, tengo que cortaros, pues en mi cocina hace frio.
En un hatillo y sobre hombro, a la casa, y la
hoguera su destino, donde se cocían muchos sabores y se calentaban del frio.
En la
pobreza, el calzado de aquella época eran albarcas o alpargatas si, si aquellas
alpargatas de suela de goma roja, que antes de dar pasos ya se rompían y por
donde se colaba el agua mojando los peales, si, si los peales que eran unos
calcetines gruesos que hacían nuestras madres de lana de oveja.
Allí, no
habían grifos, el agua se llevaba con cubos y en ellos, muy silencioso se
sentaba el hielo y se presentaba en forma de cristal, teniéndolo que romper para poder lavar la cara.
También
el tejado tenía alguna teja desplazada, la lluvia y los cubos hacían de
orquesta, hasta el sueño se dormía con su sonido, que bien suena hoy, pero ayer…!
La
lluvia hacia a la primavera hermosa, al pueblo lo rodeaban todo tipo de
arbustos con sus flores y donde los oídos se llenaban con el cantar de los
pajarillos y los trigales, hay los trigales, a ellos los peinaban y los
ondulaban las caricias del viento.
En el
folio se van despertando recuerdos casi olvidados: La calle, el campo, el
colegio, los juegos, la iglesia.
Los
Domingos jugábamos a todos los juegos habidos y por haber… Las campanas ya
suenan, dicen los amigos…... que lata!!.
La misa, si aquella misa cantada que duraba más de dos horas, era
obligación asistir y si no….castigo!!,
eso a la infancia le rompía los esquemas planeados, allí no se ganaba el
cielo, aquello era un calvario.
Y ahí no
paraba la cosa, con la llegada de la tarde, otra vez las campanas….! Ahora, el
rosario.
El día se ha marchado, y a los niños,
ilusión robada de jugar, pues hasta los sábados había colegio.
El
colegio siiiii!!, un recuerdo para el recuerdo: Tenia cinco años lo tengo
gravado, y es un referente en mi niñez, estaba jugando al pocillo con alubias y
me dicen… hoy tienes que empezar el colegio!! Que rabia, con lo bien que lo
estaba pasando. No era obligatorio hasta los seis años, pero mis padres pagaban
al maestro con una fanega de trigo por todo un año.
Y al cumplir los catorce años los que no
teníamos medios, no podíamos seguir estudiando en el colegio, tocaba la
universidad del campo y la calle.
A medida
que iban pasando los años, las necesidades de la familia me hacían alternar
colegio y labranza.
Dios mío
si solo era un niño!! sí no podía levantar el arado, cuando el surco se
acababa, me observaban las raíces de las hierbas y cardos y se reían de mí y en
sus silencios me decían no dejes de
venir que tú nos quieres mucho.
Y la
calle si, si la calle, calle de tierra y
de barro y aun así después del cole jugábamos a escondernos, aquellos momentos
son momentos muy apreciados con el paso de los años.
Cuando
cierro los ojos me transporto a aquella época y la disfruto, es un tesoro poder
retrotraerme a mi infancia, hoy aun sigo
soñando aquellos momentos, la ilusión brotaba a raudales.
Mi
pensar es como el timón del arado que
para que salga recto el surco hay que tener siempre una referencia donde mirar
y yo miro aquella infancia que aunque con muchas dificultades por la
supervivencia hoy aquella ilusión es mi base, para abrir caminos a la
esperanza.
JUAN
GARCIA INES