EL SOÑAR Y LA HISTORIA
A GARCÍA LORCA
Quiero
descifrar las imágenes laberínticas de mi sueño,
un
sueño, que no quiero que me arrebate la verdad,
es
posible, que busque el momento de ese
amanecer
y ver
de cerca la injusta, odiosa, indebida,
veracidad.
He
vivido una noche revestida, de poesía y libertad,
allí en
el escenario una silueta, entre la luz y la sombra,
mis
ojos miraban tus movimientos y mis oídos sentían
y con firmeza
en tus palabras, ibas deshilando tu obra.
Desde
mi silla ilusoria, mis manos se alzaban en aplauso
de una
forma inesperada, en un espacio corto de tiempo,
era un
paisaje, donde el verso flotaba allí en mis adentros,
té soñé
y te visionaron mis retinas, el mover de tu cuerpo.
El
sueño, es vida paralela recordando sucesos pasados
y
quizás, nuestra mente nos deje un hueco para soñar
y un
día lejano, me pregunte si de aquel sueño me acuerdo,
sí, sí
y me ha recordado la fuente donde me puedo bañar.
Te soñé,
saltando como un niño, entre cardos y amapolas,
te
pinchaba el cardo con su verdad, pero nunca te traiciona,
la
amapola, con sus pétalos unía sus colores a tus retinas,
a tus
incomprendidos actos, culparon la gente que no razona.
Agitada
mi memoria, por esa brumas triste del amanecer,
volví a
la realidad documentada, que volteaba a mi sueño,
pude
crecer y adentrarme en aquel suceso inhumano,
mis
dedos acariciaban tu estampa, con ese carácter risueño.
A veces
el soñar nos descubre la capa visible de la vida,
te
balearon los fusiles con sus bocas negras de acero,
detrás
ideas totalitarias. Que sombreo con el desprecio,
si por
amar la libertad hay que morir contigo yo muero.
Te
arrancaron de esa morada y allí te entrego la traición,
con tu desconsolada
huella hasta ese lugar que implora,
y un
ruido atronador al caer sobre las hojas agostadas,
se
desbordo tu manantial y por la ladera de tu cuerpo mora
El
campo es testigo de quien oscureció tu limpia mirada,
hoy te
doy vida en mis letras y las expreso en voz alta,
entre rocio
de la aurora vuelan en el tornado de mi alma,
te
llegaran mis letras donde estés esta mi poesía innata.
No hay
puertas, para enclaustrar la grandeza de tu obra,
una
maraña de hojas se arremolinan, te cubren y velan
y en la
cama de la tierra, duermes la infinidad de tú siesta.
JUAN GARCÍA INES
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