Una mesa con cinco estrellas
Luz tenue de un
candil
hilaba humo por su
lengua
calor de fuego en la
cocina
y una entablada y
carcomida mesa.
La cuchara estaba
esperando
los esplendores de la
pobreza
la madre no gime
lamentos
ni fatiga por la
subsistencia.
Del campo lejos que
lejos
arranca el garbanzo y
lo lleva
a ese puchero de
arcilla
que el hervor del
agua blandea.
¡¡Hay garbanzo!! Si
no estabas
el hambre hacia
presencia
y a saciar el vacío
acudían
las judías, patatas o
lenteja.
Humeante transitaba
el plato
en las manos hacia la
mesa
cuando se posaba en
sus tablas
los ojos miran
fijeza.
No les era
indiferente
a esas boquítas tan
fieras
y en la quietud de
los asientos
se acoplaban sus
posaderas.
Prestos para el
ataque inminente
empuñaban sus
herramientas
atacando con destreza
el plato
al estomago liberan
tristeza.
El rezagado quedaba
mirando
al plato por su
limpieza
su tripa protestaba
ruidosa
y consolarla no hay
manera
las marcas de la
tardanza
Eran cinco sí,
cinco hermanos
al derredor de una
mesa.
JUAN
GARCÍA INES.
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