LOS LABIOS
Son puertas
que el pensamiento entorna,
para
comunicarse o adentrar alimentos,
son
aduanas que se abren y se cierran,
depende
la necesidad de cada momento.
Su
primer pedido la caridad hacia la boca,
con su
llanto quieren acariciar los pezones
y callan
cuando sorben hasta la saciedad,
satisfaciendo
al estomago esos chupones.
Despiertan
variados y diferentes sabores,
si suavemente
sobre la piel se deslizan,
aspirando
la brisa que segregan los poros,
los dos
labios se concuerdan y armonizan.
A veces
se reprimen y queda muda la palabra
porque
la meditación y reflexión así lo manda,
con mímica
se explica pero la frase no suena,
para así
evitar de avivar esa gran zarabanda.
Cuando
se abren florecen y brotan sonrisa
que adornan
con gusto esa boca desabrochada,
estirando
las facciones y arrugas del rostro
y
soltando al viento una crecida carcajada.
Cuando
hay labios que se apoyan sobre labios,
con
amor total no hay espacio para abrojos,
y
cuando no hay espinas que hieren el corazón,
el goce
del momento apaga la luz de los ojos.
A veces
dejan sello en la plazoleta de las mejillas,
cuando
son besos de cariño y se insertan con amor,
si
sobre la piel de un niño con dulzura se detienen,
cuando
hay consanguinidad ese beso es un primor.
Dejan
un espacio abierto y salen besos voladores
hospedándose
en esa plataforma que es la mano
y un
soplillo invisibles los vuela como burbujas,
llegando
a ese corazón aunque esté muy lejano.
Detectan
la sequedad y urgente piden auxilio,
en su ayuda
se acerca la lengua y los humedece,
impregnando
a esas voraces y tiernas comisuras,
esa
fuente que cuando la necesitan ahí aparece.
Son un cuño
completo a la vida sellando caricias,
son
soles que dan luz a muchos amaneceres,
sin no
existieran los labios ¿Qué valor tendría la vida?
JUAN GARCÍA INES
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