Qué
tiempos ….
Resuenan los ecos
en vaguada de años,
germinan recuerdos,
algunos muy vagos.
Vagaba la infancia
por charco y tomillo,
por escuela y azada,
con puchero y morillo.
Infancia gustosa,
novia de la nada,
ingenua y feliz,
y también apenada.
Lumbre en la casa,
gavilla de espinos,
en los pies sabañones,
por el fuego y el frio.
Corría aquel niño,
por huertos saltando,
junto a los amigos,
y frutos hurtando.
Quietud aparente,
con cielo estrellado,
el hielo se instala,
con perros ladrando.
Con ramas y tierra,
dichosa cabaña,
independencia creída,
y de juegos morada.
Fumata de niños,
con boca humeante,
puros de hoja seca,
y no viera el padre.
Rodar por la calle,
la bola de nieve,
con alpargata rota,
y agrandarla se atreve.
Montado en trillo,
a veces cantando,
un sombrero de paja,
y una tralla arreando.
Subir escaleras,
el aula esperando,
observa el maestro,
y niños/as entrando.
Formación
en hilera,
hábito
sin asombro,
cantar “Caral-sol”,
y mano
sobre hombro.
Gozoso
recreo,
en la
plaza los saltos,
jugar a
la comba,
un
juego entre tantos.
Pozo
con bomba,
agua
sacando,
moviendo
maneta,
y
botijo llenando.
Con
viga en tapia,
columpio
adorable,
balancín
de niños,
con
caída probable.
En
arroyo juncos,
que son
arrancados,
para
hacer soguillas,
siendo
trenzados.
Se asan
bellotas,
en
horno de leña,
construido
por niños,
covacha
pequeña.
Se
adorna la calle,
y
elegante se viste,
con
arcos de ramas,
en el
corpus Cristi.
Jugar a
tanguilla,
los
tangos en mano,
a
esmerar puntería,
en un
suelo llano.
La infancia inspira,
y persigo su huella,
llegando hasta ella.
30/01/2023
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