jueves, 24 de mayo de 2018

MEZCLANDO SURCOS


MEZCLANDO SURCOS
Caminaba allá por los años mil novecientos cincuenta, entre albarca y terrones, talego y arado, a veces las letras también entraban por las rendijas que dejaba el tiempo. Que difícil decidir, entre escoger supervivencia o cultura.
Labré surcos con entusiasmo, el timón era siempre guía al horizonte para que el surco saliera recto, hoy la pluma también es guía y miro los horizontes con ilusión, voy a seguir caminando entre la niebla de aquella época, a veces, la escasez perturbaba las relaciones en la familia (Dicen que el dinero no hace la felicidad) pero sí que ayuda… Y seguí caminando… que remedio. La azada también se ocupaba de doblarme la espalda y el mango de encorvar los dedos, aún recuerdo la marca de la azada con su letra (E) marca la bellota que era tan ancha que me tapaba la espalda, dios mío… si solo era un niño.
La labranza: era lo más importante, pues se dependía de ella, yo con mi pareja de asnos, que arrastraban aquel arado romano… y la tralla…si, la tralla que rasgueaba el aire y con su chasquido les azuzaba para que sus pasos fueran más deprisa. Luego la siembra… las alforjas al hombro llenas de granos,  la mano los extendía en forma de abanico y a cada paso un puñado, verlos germinar brotando con fuerza, era una de mis grandes ilusiones, después con la llegada de la primavera ver su rápido crecimiento y su bamboleo por las caricias del viento, son vivencias que perviven encendidas al paso de los años.
La escuela: Los viejos del lugar decían estudia, que algún día te será de gran utilidad, consejos que hoy con el paso del tiempo reconozco que llevaban razón, he empuñado la esteba de la pluma que es mi guía, es mi timón, es un desahogo, es mi razón de ser en esta mi edad avanzada, para impregnar el pliego de experiencias y sea dación al folio y haya ojos que los miren para críticas o halagos. Yo un apasionado de poetizar los recuerdos de aquellos tiempos y que me hacen volver a mi niñez, adolescencia, mocedad y madurez, plasmando sobre papel realidades acontecidas.
Yo poeta labrador a ras de tierra y al pliego elevo, empuñé también el mango de la hoz en esos veranos sin termómetro, recogiendo la cosecha de lo sembrado y con la hoz cortando mano, si… así se llamaba el que abría paso entre medio de las mieses, las cañas con las espigas ya no lloraban, estaban secas, el sol derrochaba calor sobre la espalda y por el rostro hacia cauces con ríos de sabor salado. A diferencia de las espigas hoy mis letras tienen savia, lloran lágrimas por las injusticias o por la pérdida de algún ser querido.
He querido expresar en mi narrativa hechos acontecidos, mezclando  surcos donde sembré y siembro  granos, ayer en la tierra hoy en el pliego.
                                                                                       JUAN GARCÍA INES

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