jueves, 17 de octubre de 2019

UN DUENDE EN LA NOCHE


un duende en la noche                    
Era una vez un niño que caminaba en su más tierna infancia con una dentadura  que se suelen llamar “dientes de leche o temporales” Un día, el diente permanente que salía empujando le dijo al otro… vete de aquí que me estorbas… lo que replicaba el diente antiguo, de eso nada  yo soy más antiguo que tú.
No le hacía nada de caso y empujaba y empujaba desde la parte baja de la encía.
El diente de leche se esforzaba en quedarse pero llegó un momento en que ya no podía más y enfadado si muy enfadado y agotado de aguantarse le dijo …. Bueno, bueno, que ya me voy. 
Con algo de dolor la encía le dijo a dios mi diente querido a dios, fuiste el primero y el más querido pero ahora ha llegado el turno a otro.
Los dedos de aquel niño lo recogieron con cariño y sus ojos lo miraban estupefactos al tenerlo en su mano 
Una voz exclamo… haber si lo vas a perder cariño, guárdalo donde tú quieras. Era la voz de sus padres. 
El diente ya estaba libre y el niño se preguntaba… qué puedo hacer yo con él …?  Ah!! si ya lo tengo, lo pondré debajo de la almohada y dormiré con él.
Pero el niño no sabía que por allí andaba el Ratoncito Pérez, un duende muy silencioso y muy misterioso que aunque estuviese todo bien cerrado para él no había ni paredes ni ventanas ni puertas y caminaba con mucha cautela era muy experto en estos temas, llevaba muchos años en este que hacer.
Él esperaba a que el niño cerrara los ojos hasta llegar a un profundo sueño. Él aprovechaba esos momentos para llevar a cabo su cometido, con unos pasos muy sigilosos y con mucha astucia y encanto agarraba aquel preciado tesorito blanco.
Siempre, siempre cometía esas acciones en la oscuridad, él odiaba la luz, porque pensaba… igual me descubren y mi magia ya no sirve. Su respirar era muy silencioso porque si así no fuera podría irse  todo al garete.
Él buscaba y rebuscaba por todas las estancias  y no encontraba nada, pero en  un momento mágico le llegó una vocecita que solo él pudo escuchar, lo tiene debajo de la almohada, donde cree que nadie se lo puede quitar, si, si está ahí… pero como se lo cojo…! Se decía el Ratoncito Pérez y si se despierta…  pero usando toda su habilidad y con mucha delicadeza y sin que el  sueño se despertara sustrajo él diente.
Y antes de que llegara la luz del amanecer y con una inmensa alegría de haber encontrado ese botín, él se sentía muy orgulloso, luego se marchó en silencio, no sin antes dejar un regalo en formas de monedas debajo de la almohada. En su huida el cielo le puso una nube y montado sobre ella iba desapareciendo en la oscuridad y la luna puso su  cara más oscura marcando el camino allá, muy lejos donde tiene su lugar, su majestad la magia.
Al levantarse el niño/a fue a mirar el diente, sorpresa !!!  al levantar la almohada.  Vio que el diente ya no estaba…! pero en cambio había unas monedas, que ilusión!! se dijo el niño, pero también desilusión pues su diente había desaparecido ya no estaba … ¿Quien lo ha hecho sin que yo lo sintiera…?
Él niño llamó a su Mama y a su Papa, Papa, mama esta noche me han quitado el diente y me han dejado unas monedas !!!. Para los padres esa ingenuidad infantil les llenaba de orgullo, para ti mi niño!! le dijo la madre;  
Deja que esta noche y para tu infancia sea un misterio, porque si este enigma tu pensamiento resolviera, tu decepción estaría llorada y el Ratoncito Pérez se enfadaría.
  EL TIEMPO TE AYUDARA A ENTENDERLO .

                                                           JUAN GARCIA INES

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