Descolgando recuerdos
Tengo una percha en la mente donde cuelgo los recuerdos, la
pluma va descolgarlos y plasmarlos en el pliego, espero que la memoria responda
y luego….
Soy hijo de las encinas, de rastrojos
y de jeringa y de motores y asamblea y
también de algarabía.
Empezare por donde mi pensar
quiera:
Un día se asomaron mis ojos
a un mar era el mar Mediterráneo y vieron como las olas se estrellaban contra
las rocas, yo para mis adentros decía parece el bramar de una manada de toros… no,
no… era el oleaje exteriorizando su música.
Yo venía de una cultura
distinta, era un pueblo pequeño de la vieja (CASTILLA)
donde todos nos conocíamos y con unas costumbres difíciles de borrar, ir a
merendar a las bodegas no importando de quien fuera, porque había buena
armonía, las juergas, el cantar por la
noche alegrando las calles, dios mío todo aquello se esfumo, el mundo se me
venía abajo.
Acostumbrado a vivir rodeado
de familiares y amigos, yo sentí estar
solo en la ciudad, en medio de tanta gente, no era el estilo de vida que
senderee en mi mocedad, mi pensamiento soñaba con volver a ese antiguo estilo
de vida.
Pero poco a poco me fui
integrando, aparcando la ilusión por la realidad y como dice un refrán ( Se es donde se pace no donde se nace) Pero aquellas
vivencias quedan escritas en el libro de la memoria.
Voy a descolgar del perchero
otra importante vivencia la fábrica: para mí fue una universidad, el
aprendizaje fue una constante y donde cada día se aprendía algo nuevo, también las
reivindicaciones, la represión, los almuerzos asamblearios se vivía el día a
día con mucha intensidad.
La llave de mi luz la
encendió un grupo de personas agrupadas en torno a un partido que por
convencimiento me arrastraron a
reuniones clandestinas donde se discutían cuestiones políticas, ya no era aquel
joven ingenuo, ya no ignoraba la realidad que se vivía entonces, yo que venía de
la paz y la sumisión, mi pensamiento dio
un vuelco total.
Eran tiempos de
clandestinidad eran los años de la dictadura, el riesgo era enorme, una
anécdota: allá por el año 1965 para poder entrar a las reuniones se espaciaba
él tiempo tanto a la entrada como a la salida para que no detectara la policía
nada sospechoso.
También tengo un espacio
intermedio entre la fábrica y el campo (LA MILI)
que pérdida de tiempo dirán algunos y posiblemente sea verdad, pero aunque así
fuere la vida pasa y hay que aprovecharla y buscar nuevas expectativas yo las
busque y encontré.
Llegue con los dedos
encorvados de apuñar el mango de la
azada, el hacha la esteba del arado etc, cogí el timón de la pluma y las
cuartillas en blanco estudié enfermería y aproveche ese tiempo, que para mí fue
muy importante.
JUAN GARCÍA
INES
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