jueves, 31 de enero de 2019

DESCOLGANDO RECUERDOS


Descolgando recuerdos

Tengo una percha  en la mente donde cuelgo los recuerdos, la pluma va descolgarlos y plasmarlos en el pliego, espero que la memoria responda y luego….
Soy hijo de las encinas, de rastrojos y de jeringa y de motores  y asamblea y también de algarabía.
Empezare por donde mi pensar quiera:
Un día se asomaron mis ojos a un mar era el mar Mediterráneo y vieron como las olas se estrellaban contra las rocas, yo para mis adentros decía parece el bramar de una manada de toros… no, no… era el oleaje exteriorizando su música.
Yo venía de una cultura distinta, era un pueblo pequeño de la vieja (CASTILLA) donde todos nos conocíamos y con unas costumbres difíciles de borrar, ir a merendar a las bodegas no importando de quien fuera, porque había buena armonía,  las juergas, el cantar por la noche alegrando las calles, dios mío todo aquello se esfumo, el mundo se me venía abajo.
Acostumbrado a vivir rodeado de familiares y amigos,  yo sentí estar solo en la ciudad, en medio de tanta gente, no era el estilo de vida que senderee en mi mocedad, mi pensamiento soñaba con volver a ese antiguo estilo de vida.
Pero poco a poco me fui integrando, aparcando la ilusión por la realidad y como dice un refrán ( Se es donde se pace no donde se nace) Pero aquellas vivencias quedan escritas en el libro de la memoria. 
Voy a descolgar del perchero otra importante vivencia la fábrica: para mí fue una universidad, el aprendizaje fue una constante y donde cada día se aprendía algo nuevo, también las reivindicaciones, la represión, los almuerzos asamblearios se vivía el día a día con mucha intensidad.
La llave de mi luz la encendió un grupo de personas agrupadas en torno a un partido que por convencimiento me arrastraron  a reuniones clandestinas donde se discutían cuestiones políticas, ya no era aquel joven ingenuo, ya no ignoraba la realidad que se vivía entonces, yo que venía de la paz y la sumisión, mi pensamiento  dio un vuelco total. 
Eran tiempos de clandestinidad eran los años de la dictadura, el riesgo era enorme, una anécdota: allá por el año 1965 para poder entrar a las reuniones se espaciaba él tiempo tanto a la entrada como a la salida para que no detectara la policía nada sospechoso. 
También tengo un espacio intermedio entre la fábrica y el campo (LA MILI) que pérdida de tiempo dirán algunos y posiblemente sea verdad, pero aunque así fuere la vida pasa y hay que aprovecharla y buscar nuevas expectativas yo las busque y encontré.   
Llegue con los dedos encorvados de apuñar el  mango de la azada, el hacha la esteba del arado etc, cogí el timón de la pluma y las cuartillas en blanco estudié enfermería y aproveche ese tiempo, que para mí fue muy importante.
Son  recuerdos en tres fases, el campo, la mili y la fabrica que aun después de años los disfruto y saboreo.
                  
                                 JUAN GARCÍA INES



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