ENTRE TAMO Y CALOR
Yo
vengo de la alborada
y
llego a lo alto del día,
en
medio de la trillada
a mí
el tamo me envolvía.
Es
polvo de la cebada,
en
los poros se metía,
a la
piel bien la picaba,
ingrata
situación habida.
A la
corta edad turbaba
el
calor del mediodía,
cuando
la orca volteaba
esa
gran parva de espigas.
El
polvo se levantaba
y a
plomo en la era caía
y el
astro sol calentaba,
calmado
el aire dormía.
Polvo, tamo y calor,
la
nube no se atrevía,
porque
el sol evaporaba
o el
viento la expulsaría.
Y el
calor se recreaba,
allí
sombra no existía,
solo
un sombrero de paja,
que
es pequeña sombrilla.
Pero
yo sí que esperaba
que
el descanso llegaría
cuando
la sombra marcaba
la
una del medio día.
Al
tamo se le bañaba,
estoy
limpio de polvo y paja
y
mañana será otro día.
JUAN GARCÍA INES
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