LA FRANQUEZA NO MERECE SANCIÓN
Caminarás
por la existencia, transparente y penetrable,
luchando
por una verdad que será incomprendida,
será un
amargo castigo a un proceder insobornable
si se
cuestiona y no se aprecia el trayecto de una vida.
No, no
cambiaré esa vida de palabras y sinceridad,
no, no
quiero consejos muchas veces manoseados,
de ese
entorno aunque sea lejano que no quiere
cultivar
esa armonía de la que estamos necesitados.
Arrastraré
los años pausados hacía el ocaso con ilusión,
con el
cariño que me dan mis letras en versos y narrativa,
empuje
carros de lucha con altruismo hacía esa igualdad,
sin
engañar a la mente, y mi lengua no la haga expresiva.
Es
posible que la incomprensión me lleve al desahucio,
cargaré
la pluma, el folio en la mochila y haré la travesía,
quizás
con resentimiento hacía esa obra ya entregada
y que
su aprovechamiento será su deuda y fue mi guía.
Cultivé
y sembré con la brega los eriales espinosos,
quise
unir los lindes de la indiferencia y el desinterés,
quizás
por mi apasionada y parcial visión de lo diferente,
no
llegaron a seducir ese campo, pero mi
pensar así es.
En ese
interior habita un yo cargado de
sensibilidad,
que
lucha y sufre por la transparencia de sus afluentes
y su
corriente llegue a ese cauce inmenso de la vida
y sea
un rio cristalino por la enramada de las mentes.
No
puedo disfrazar el pensar para seguir al lado del otro,
pido
recibir ese caudal de comprensión a mi lado oscuro,
quizás
si hay afinidad se encienda la llama y vea la luz,
quizás con
su irradiación ilumine esa paz del futuro.
Quisiera
compartir proyectos con alianza desinteresada
y
empujarlos en armonía hasta donde no haya frontera,
llenarlos
de sueños y rodarlos por la ladera de la vida,
si eso
no fuera posible a mi alma, la pesadumbre lacera.
Puede
que la independencia conlleve un coste excesivo,
queriendo
arrastrar al otro hacía lugares que no permite,
si no
existe amalgama entre esos distintos pensares,
causarán
reveses a la convivencia que llegarán al
límite.
Rompí
las alambradas para entregar mis pensares,
recibiendo
la indiferencia, quizás un deseo de sumisión,
quizás
la franqueza no merezca ninguna sanción.
JUAN GARCIA INES
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