LA VENDIMIA
Fresco aire del
amanecer
la noche ya se ha
marchado
doblan eco las
campanas
costumbre de aquel
pasado.
Con bullicio y mucho
ruido
sus gentes han
madrugado,
a las mulas visten
arreos
y el cesto al apero
amarrado.
La ilusión se abre
paso,
se conversa en el
camino,
el tranchete se
prepara,
cuando se alcanza el
destino
La cepa impasible
observa
como la están
desnudando
sus tallos quedan
vacíos
cuando el fruto han
usurpado.
Aquellos racimos
negros,
y aquellos blancos
dorados,
algún gajo queda
escondido,
por entre hojas
camuflados.
No hay distinción de
color
y la cesta se va
llenando,
en el hombro se transporta
dolorido y enmostado.
Con picaresca malicia
la moza
no queriendo y
deseando
que el mozo abrace su
cuerpo
y uvas en su mejillas
frotando.
Llevar al lagar y
pisarlas
y el racimo queda
estrujado
huérfano queda el
rampujo
el dulce mosto
fermentando.
Trasegándolo en
pellejas,
sobre los hombros
cargado
y en el fondo de la
bodega
la cuba paciente
esperando.
Un día de aquella
estación,
aquel amanecer entre
luces,
y aquí entre versos
vendimiando.
JUAN GARCIA INES
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